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Arte

Las víctimas, el arte y la reparación

23 de mayo del 2019

El arte abre caminos de reparación simbólica e invita, no solo a las víctimas, sino a los colombiano en general, a unirse en contra de las atrocidades que el país ha vivido.

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Imagen:Madres de la Candelaria. Foto sacada de El Espectador - AFP

Hacer memoria en Colombia, se ha convertido en un acto con diversas esferas y escenarios, en donde no solo las víctimas directas del conflicto son quienes se suman a la reconstrucción del pasado histórico, sino que también, la sociedad en general se ha encargado, desde diferentes ámbitos y ramas, de hacer justicia con la memoria, la verdad y reparación. Hablar de reparación, no solo indica lo nombrado en la Ley de Víctimas 1448, cuando se puntualiza a la reparación con garantía a la no repetición, para dignificar a las personas que ha pasado por diferentes formas de violencia en el país, sino que, detrás de la palabra reparación, hay un conjunto de ramas académicas y culturales que se unen por esta causa, organizaciones de víctimas, iniciativas de  marchas y manifestaciones y, un componente fundamental que atraviesa en algún momento a las anteriores: el arte.

 

En Colombia, a partir de diversos tratados de paz, ha ido incrementando los procesos de reparación simbólica de las víctimas que diversos grupos, épocas y escenarios han dejado; así que, en Colombia, como lo explica Elkin Rubiano en su ensayo Las víctimas, la memoria y el duelo: El arte contemporáneo en el escenario del postacuerdo, la construcción de reparación a las víctimas desde el arte, ha mutado dependiendo de la época y la situación que se vivió, por lo tanto, los medios y formas de hacerlo se empezó a transformar con el paso del tiempo. Pero, debe especificarse, que solo hasta el año 2000 “se da un nuevo giro, al que podríamos denominar “el arte como reparación simbólica”, un tipo de arte en el que se busca reconfigurar el lazo social comunitario que ha sido fracturado”, así pues, desde el siglo XXI, la víctima se vuelve un punto central e importante en el arte colombiano.

Detrás de la palabra reparación, hay un conjunto de ramas académicas y culturales que se unen por esta causa

Cuando se habla de arte, no se puede dejar a un lado que, esta también funciona como herramienta de reconstrucción histórica, es decir, esta disciplina está directamente relacionada con la memoria y el acto de recordar para la no repetición. En este caso, se evidencia que por medio de artes como la escritura, las artes escénicas, la música, la pintura, la escultura, el cine, entre otras, se han ido incorporando en procesos de resiliencia y se han ido fortaleciendo, con la participación de la sociedad colombiana en general, que también lucha por la reparación de las fracturas que tanto ha vivido el país.  

 

En la recolección de historia, no solo el acervo documental es tenido en cuenta a la hora de hablar de sucesos o hechos de violencia, también, el relato o la historia oral, toman un peso bastante significativo. El testimonio, abarca los hechos de una forma distinta a la conocida como “historia oficial”, ya que plantea nuevas miradas desde “abajo”, es decir, desde las víctimas directas y los testigos de diferentes hechos.

 

“El testimonio es una potencia que adquiere realidad mediante una impotencia del decir” Elkin Rubian.

El relato o la historia oral, toman un peso bastante significativo

Las voces de las víctimas son escuchadas, para después transformarse en narrativa y por último, ser parte del relato nacional que influye en cada proceso artístico de reparación, es decir, el arte, utiliza el testimonio, para tocar desde su intención las subjetividades que el relato de la víctima influyó para hacer tal pieza de arte. Lo interesante, es que no solo la academia se ha encargado de trabajar esto, sino que, las víctimas, desde sus organizaciones han optado por tomar al arte como vía para soltar miedos, crear nuevos vínculos y ayudar a personas que han pasado por lo mismo.

 

Orlinda Mesa, es una mujer perteneciente al equipo de mediación del Museo Casa de la Memoria y víctima de ejecución extrajudicial, uno de sus hijos, de “los mellizos”, fue engañado por un amigo y, tan solo a los 18 años, había sido asesinado por el ejército para hacerlo pasar por guerrillero; desde este día, Orlinda era otra víctima de los falsos positivos en Colombia.

 

Orlinda, decidió no callar, a pesar de que la desaparición forzada sea un acto de violencia con un proceso lento y difícil, esta mujer se empoderó de su situación para ayudar a más personas e integrarse en organizaciones que, con su principal motor, el arte, han ayudado a Orlinda reparar moralmente la situación que vivió. “Yo no parí hijos para la guerra”, una pieza artística que actualmente se encuentra en exposición en España, retrata los tres embarazos de Orlinda y la situación injusta que pasa una madre al sentir que la guerra se “roba” a sus hijos, a esos que tanto cuidó, vio crecer y amó.

El arte, han ayudado a Orlinda reparar moralmente

Los procesos artísticos, como las artes escénicas y lo audiovisual , utilizan la imagen para rememorar sentimientos, lugares, miedos y esperanzas; reconstruyen historias a partir de testimonios y con fotografías y videos, se abre un panorama importante para el recuerdo, ya que, en casos como lo es la desaparición forzada, el recuerdo físico de la persona, se encuentra patentado en una fotografía o en defecto, en un dibujo o pintura que, será llevado en las manos de las víctimas hasta el final, hasta encontrar los restos mortales de su familiar.

 

El arte para la memoria y la reparación simbólica, aún siguen creciendo en el país, con cada proceso de justicia que se hace con las víctimas, se abren nuevas narrativas para el relato del pasado que, busca en primer lugar, sanar el dolor y el sufrimiento que estas personas padecen. Así mismo, víctimas como Orlinda, declaran que el arte es una forma de no quedarse callado, que se debe denunciar y que este, es un medio de denuncia y liberación.

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