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Quienes quedan

¿Qué pasa con quienes quedan?

7 de mayo del 2019

Quienes desaparecen tienen detrás a su familia y amigos que los buscan incansablemente. Se enfrentan a la violencia, la corrupción y a la negligencia para obtener información, para saber un quién, un cómo, un cuándo. De esperar un milagro y encontrar los cuerpos.

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Como lo desvela la periodista Juliana Bustamante Reyes los relatos de las víctimas de desaparición forzada, hablan de más de 20 años de búsqueda y por lo tanto, de continuas desapariciones, llenas de obstáculos como la manipulación de la información, el manejo inadecuado de restos y otras dificultades que plantea sistema, además del menosprecio que reciben de los demás por la situación en la que se encuentran. Esto resume muy bien, la realidad a la que se enfrenta una víctima para lograr que escuchen su historia, para dar un testimonio y, hacer de este un relato nacional para hacer justicia y memoria.

Rosa López:

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La historia de Rosa no se originó en Medellín, pero a nuestra ciudad fue a parar 22 años después de que esta iniciara, por qué así es el conflicto armado, no conoce de límites, fronteras o tiempo.

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En la vereda El Bolsillo del Urabá Antioqueño fue dónde todo empezó. Aunque Rosa López nunca olvidará lo que le sucedió aquel martes de 1996, de tanto recordar aquel día, mientras le sumaba días a los años de espera, olvidó el mes y el día exacto de lo que pasó.

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Luego que Rosa perdiera a dos hijos, quedó en embarazo del que sería su sexto hijo en el año 1996. Un martes por la mañana de ese mismo año, su esposo, el señor Leonel Vargas Graciano partió a las 10 de la mañana para trabajar y nunca más regresó.

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Leonel Vargas Graciano tenía en ese entonces 27 años, era un hombre trabajador, simpático, que era reconocido en su vereda por ayudar a las personas. Leonel salió ese martes con diez animales cargados de un embarque de plátanos para la vereda Galleta, él debía regresar alrededor de las dos de la tarde, pero su esposa se quedó esperando a que regresara.

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Horas después le informaron a Rosa que alguien más llevaba los animales que eran de su esposo. Al preguntarle al hombre por Leonel, este contestó que los paramilitares se lo habían llevado y no sabían si seguía con vida o no.

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Después de esto, Rosa López y su familia se dedicaron a buscar a Leonel por su cuenta hasta que, cinco días después, lo encontraron bajo unas palmas de coco. Rosa, comenzó a desenterrar el cuerpo de su esposo con sus manos, y desde este día, comenzó su  búsqueda de la verdad sobre lo que había pasado  a Leonel,  quien había fallecido por un disparo y posteriormente había sido descuartizado con un machete.

Veintidós años después, Rosa logró recibir los restos de su esposo quien entre lágrimas define su espera como “un dolor en el alma”, mientras recuerda que la supuesta razón por la cual desaparecieron a su esposo fue por la sospecha de que este llevaba un arma que, resultó ser una simple peinilla. 

Entrevista - Rosa López
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Amparo Mejía:

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Hay historias como las de Amparo Mejía que no se cuentan solas, pues están ligadas a muchas más.

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De la mano de otras setenta familias de la comuna 6 comienza la historia de Amparo, quien antes de ser directamente afectada, desconocía que la desaparición forzada afectaba a tantas familias de Medellín. Una tragedia fue la razón que unió a muchas personas en contra de la desaparición forzada, durante años familias y organizaciones se dedicaron a trabajar para que se entendiera que la guerra estaba desapareciendo a los hombres y a las mujeres sin distinciones de razas o clases sociales.

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De este esfuerzo nacieron Las Madres de La Candelaria, quienes con su voluntad lograron que la gran mayoría de los desaparecidos retornaran a las manos de sus familiares y no pierderan la esperanza de que quienes faltan, regresen con vida o al menos, que se conozca la verdad tras su desaparición.

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Amparo es una de las integrantes de Las Madre de La Candelaria que, sigue esperando por más de un ser querido desaparecido pero que, continúa trabajando con fuerza por todos las víctimas por igual,con empatía, con un poco de escucha y diálogo, hace del  l dolor y la felicidad del otro  como si fuera propia, mientras se aferra con fuerza a la esperanza por encontrar a sus familiares.

Luz Mery Velásquez:

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El dolor tiene muchas caras, muchas formas de superarse, eso es lo que demuestra Luz Mery con su historia.

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Julián Emilio Cataño Cardona, el esposo de Luz Mery Velásquez desapareció mientras trabajaba en la Hidroeléctrica La Miel para la constructora Odebrecht. Julián Cataño fue enviado a hablar con el paramilitar Roque Isaza, responsable de ordenar su desaparición, esto es, lo único que se sabe del caso de Luz Mery.

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Luz Mery, luego descubrió que su esposo fue asesinado, descuartizado y arrojado a un río y nunca, llegó a descubrir lo que su esposo fue a hablar con aquel paramilitar que le propinó la muerte.

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Pero la historia de Luz Mery Velásquez no termina aquí, aunque durante su lucha por obtener justicia debió renunciar a la esperanza de volver a ver a Julián Cataño, encontró otra  fuente de fuerza para continuar luchando contra el dolor. Por medio del arte, específicamente del teatro Luz Mery ha logrado exteriorizar su dolor de una forma sana, se ha unido a otras mujeres víctimas de desaparición forzada, ha aprendido a perdonar y a trabajar por construir paz alrededor de la reconciliación.

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Luz Mery Velásquez resalta la importancia de que se asuma la responsabilidad de los actos, resalta que una parte fundamental en la reparación de víctimas es que se reconozca quien dio las órdenes de lastimar a sus seres queridos además de quienes ejecutaron los crímenes. Luz Mery pudo escuchar de la boca de quién ordenó matar a su esposo el relato que sucedió con Julián y después de tanto dolor, pese a que tiene muchas razones para no perdonar, demuestra que el arte puede ser un medio de sanación, de enseñanza y un facilitador para la reconciliación.

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En una entrevista realizada por VICE al antropólogo forense John Fredy Ramírez este esclarece lo que significa ser una víctima. John Freddy Ramírez explica que con la desaparición forzosa de un ser querido lo que se siente no es que te arrancan a alguien físicamente, si no que te arrancan un pedazo del alma.

Entrevita - Luz Mery
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